No hace mucho hablábamos por aquí de algunos juegos de subastas (este y este otro). Hoy es el turno de For Sale, un juego para 3 a 6 jugadores diseñado por Stefan Dorra en el que nos convertimos en especuladores del mundo inmobiliario. Dicho así no parece lo más gracioso del mundo, pero cuando descubrimos que las casas que vamos a comprar y vender van desde una plataforma orbital hasta una triste caja de cartón empieza a resultar algo más simpático.
El juego se presenta en una encantadora caja de cartón, robusta y colorida, en la que se ve un alegre dibujo de una calle con casitas, perritos, ¡un oso!... ¡¡¡un gorila!!!. Quizá la caja sea algo abultada para el contenido, pero aún así me parece tan vistosa que ya la tengo entre mis favoritas de la estantería.
En el interior hay un librito de reglas a todo color (y a todo inglés); un montoncito de monedas de cartón; un mazo de 30 cartas de cheque valorados entre los 0 y los 15.000 dólares; y un mazo de 30 cartas de casas, todas distintas y numeradas del 1 al 30. Las monedas y los cheques no son especialmente interesantes, pero las cartas de casa son una delicia: un pisito, un yate, un rascacielos, la casita del perro, un faro, una caravana, un castillo... Todas son vistosas y alegres, y en cada una de ellas hay algún simpático animalito excepto en la plataforma espacial (hubiese sido genial pintarle un marciano verde cabezón).
La idea general de For Sale es tan simple como esto: al principio del juego se reparte entre los jugadores cierta cantidad de monedas. Con ese dinero, todo el mundo comprará las casas del mazo de idems, intentando comprar barato y quedarse con las cartas más valiosas (las de número más alto). Luego se tratará de cambiar esas casas compradas por cheques, vendiendo lo más caro posible. Como se dijo, especuladores de la peor ralea.
La partida, que llevará unos quince minutos, se juega en dos fases. En la primera se juega con el mazo de casas, previamente barajado y puesto en la mesa bocabajo. En cada ronda de subastas se sacarán del mazo tantas cartas como jugadores haya. Las cartas se muestran y los jugadores pujan por ellas con sus monedas, en sentido horario. Siempre que se puja hay que superar la puja anterior. Cada vez que un jugador pasa, paga la mitad del dinero que ha pujado hasta el momento y se queda con la peor carta de la subasta. El último jugador se queda con la mejor casa de la ronda, pero paga todo el dinero que ha pujado. Al acabarse la ronda se sacan de nuevo tantas cartas como jugadores y empieza una nueva subasta. Y así se prosigue hasta que se acaban todas las casas.
Llegamos a la segunda fase. Se pone en el centro de la mesa el mazo de cheques, barajado y bocabajo, y se sacan tantos cheques como jugadores. Viendo los cheques de la ronda, cada jugador decide que casa va a vender y la pone en la mesa, frente a el y bocabajo. Cuando todo el mundo ha bajado carta se muestran estas cartas simultáneamente. El que ha bajado la carta más alta la descarta y se queda el mejor cheque de la mesa. El siguiente con la carta más alta hace lo propio con el siguiente cheque más alto, y así hasta que se agoten los cheques de la ronda. Entonces se sacan nuevos cheques y el proceso se repite hasta que ya no quedan casas que vender.
Es el momento de contar el dinero (sumando cheques y monedas). El que más tenga gana, y si hay empate se resuelve a favor del que tenga más dinero en monedas.
Como se ve, For Sale tiene una mecánica elegante y muy estratégica. A priori todos los jugadores parten con las mismas posibilidades de éxito, con lo que el azar no es determinante en el resultado. Se trata, pues, de encontrar el modo de llevarse buenas casas por poco dinero y venderlas por buenos cheques. ¿Cómo lograrlo? A mi no me miren: jamás he ganado una partida.
En cualquier caso, For Sale es un juego ameno y muy rápido. Tiene su punto simpático gracias a las vistosas cartas, pero la mecánica en si no es graciosa. En general, no ha despertado pasiones en los dos grupos de jugadores con los que lo he probado. Sin embargo, con la benevolencia que me caracteriza, yo lo considero un buen juego que probablemente se disfruta mucho más cuando se ha jugado un buen montón de partidas y se ha tomado cierto control sobre la estrategia. Al principio puede parecer un poco abstracto y resultar menos interesante. Por mi parte, intentaré jugarlo más y exprimirle el zumo que sin duda esconde. Zumo de ladrillo.
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