28 de septiembre de 2008

Toxicita 04

No me puedo morir todavía, doctor. Aún no. Tengo cosas que hacer. Después tendré toda la vida para morirme.
David Martín

20 de septiembre de 2008

Caylus a todo lujo


En la feria de Essen de 2007, el diseñador gráfico Mike Doyle y la editorial de juegos de mesa Ystary Games, que formaban un equipo, fueron responsables de una obra maestra que me tiene fascinado. No tardaron en vender los 1.500 ejemplares que sacaron en edición limitada. Hoy, estos ejemplares de Caylus Premium Edition, buscados todavía por los coleccionistas, se consideran piezas de museo. Si usted tiene 160 dólares y si encuentra alguno, quizá pueda comprarlo.

(Clic en todas las fotos para ampliar)
















Nota: las fotos las he fusilado de aquí y de aquí.
Puedes leer la reseña que hice de Caylus aquí.

19 de septiembre de 2008

David Foster Wallace

Pocas alegrías está regalándome esta semana. Primero, la enfermedad termina con Richard Wright, teclista de mis amados Pink Floyd. Ahora, David Foster Wallace sucumbe a la melancolía y se ahorca en su casa. Acudo a mis estanterías en busca de La Niña del Pelo Raro. Su inminente lectura será mi pequeño homenaje a este genio de la prosa ácida. A los que no conozcáis su obra, permitidme que os ofrezca un pequeño fragmento.

18 de septiembre de 2008

Reseñas Fotográficas, Hoy Presentamos: RAILROAD TYCOON

Nuestra reseña fotográfica de hoy está dedicada a Railroad Tycoon, el juego de magnates del ferrocarril para 2 a 6 personas basado en el videojuego homónimo. Aunque Age of Steam está mejor considerado por su mecánica, los componentes de Railroad Tycoon son mucho más vistosos y el tablero es, dejando de lado algunos wargames, uno de los más grandes que podéis encontrar. Vamos a las fotos. Y recordad: clic para ampliar.


Empezamos por la caja. Grande (mucho) y pesada (mucho). Carece de departamentos, así que todos los componentes van de cualquier manera. Se hace imprescindible embolsar las piezas.




El manual, a todo color, a menudo ralla en lo incompresible. Me temo que Edge ha cuidado poco este aspecto.



El tablero es de un tamaño tan insensato que viene en tres enormes piezas. Estéticamente es un espectáculo (además, el dibujo del Este de los EEUU es bastante chulo), pero tiene un inconveniente: cuando un jugador necesita acceder a una zona alejada del tablero, o tiene un brazo telescópico como el inspector Gadget, o lo lleva crudo.





Aquí veis un par de sets de locomotoras de plástico. Hay 6 sets, en 6 colores. Cada jugador escoge un color y juega con él.


El jugador inicial de cada ronda tendrá a su lado esta flamante locomotora de madera.


No podían faltar los cubos de madera. Representan las mercancías (en abstracto) que transportaremos de unas ciudades a otras.



Estas son las piezas de vía que iremos colocando para enlazar ciudades.



Los marcadores de ciudad vacía. De plástico, pero bastante chulos. Y si los pintáis, más chulos todavía.


Fichas especiales para señalizar ciudades industrializadas y otros menesteres.


Dinerito. Sólo está impreso por un lado.


Emitir acciones puede ser tentador para conseguir liquidez, pero cuidado: ¡tus accionistas querrán cobrar sus dividendos!



Invertir en mejorar nuestras locomotoras es fundamental para obtener la victoria. Estas gruesas cartas indican la calidad de nuestras locomotoras.



Cada jugador “interpreta” a uno de estos magnates. Cada uno tiene sus propias ventajas.



Cartas de eventos. Están ahí para ayudarnos en nuestra empresa.



Y para terminar, algunas vistas de una partida improvisada.






17 de septiembre de 2008

Toxicita 03

La democracia es la peor forma de gobierno, a excepción de todas las demás.
Sir Winston Churchill

16 de septiembre de 2008

Richard Wright

Es desconcertante cómo puede entristecernos la muerte de las personas a las que admiramos, aunque jamás las hayamos conocido. Hoy me siento así. Richard Wright se nos ha ido al lado oscuro de la luna.
A la Vuelta de la Esquina:

14 de septiembre de 2008

Toxicita 02

Perdí la vista a las 11:02 de la mañana del nueve de agosto de 1945, según su calendario occidental. Estaba de pie en el monte Kompira, trabajando en la estación de aviso de ataques aéreos junto con otros chicos de mi clase. Aquel día estaba nublado, así que, más que verlo, oí el B-29 que volaba bajo sobre nosotros. Era un solo B-san, seguramente un vuelo de reconocimiento, y ni siquiera merecía la pena informar sobre él, así que estuve a punto de reírme cuando mis compañeros de clase se lanzaron al interior de nuestra trinchera. Yo mantuve los ojos fijos sobre el valle Urukami, con la esperanza de poder echarle un vistazo al bombardero americano. En vez de eso, vi el relámpago, lo último que vería en mi vida.


Sensei Tomamaga Ijiro,
Fundador de los Tatenokai de Japón, o Sociedad del Escudo

12 de septiembre de 2008

Joan Chopper

¡Me encanta Joan Jett! ¡American Chopper es mi programa de TV favorito! ¿Cómo no voy a flipar con este clip?

10 de septiembre de 2008

Qué NO leer

Mayo de 2008. Me llega una buena noticia. Suscribiéndome a la revista Qué Leer por un añito (33 euros, 11 números), Hachette Suscripciones tiene a bien obsequiarme con el juego de tablero Los Pilares de la Tierra. Hago mis cuentas tóxicas y doy brincos de alegría alrededor de mi fregona. La suscripción, con sus 11 revistas, me sale más barata que comprar el juego “suelto” en mi tienda habitual. ¡No puedo dejar pasar la oportunidad!

Al llamar a Hachette me informan (amablemente) que es un poco precipitado comenzar la suscripción para el próximo mes de junio, de modo que tendré que esperar hasta julio. Me parece algo raro, pues entiendo que no tienen que redactar la revista de junio para mí: ¡basta que metan mi ejemplar en un sobre y me lo remitan! Pero bueno, aceptamos barco.

Pasa un mes. A finales de junio, Hachette me carga el importe de la suscripción en mi cuenta. Allá que van mis 33 euros. Pero sarna con gusto no pica. Pronto llegará mi primera revista y mi juego de mesa. ¡Albricias, qué felicidad!

Mediados de julio. Acá no llega nada. Ni revista, ni juego. Inquietante. Llamo a Hachette. No parecen tener mucho que decir (aunque son amables, no te creas): “su revista está en camino, y su obsequio también. Llegará en el espacio de una semana o diez días”. Vaya, qué lento va esto, ¿no? En fin: paciencia.

Mediados de agosto. En mi buzón sólo hay facturas. Nada de revistas. Nada de juegos. Llamo a Hachette (o Hachazo, que también me vale). Me responden (amablemente) que “su obsequio nos ha sido devuelto por razones desconocidas. Se lo remitimos de nuevo, le llegará en el espacio de un mes o mes y medio. Su revista de julio se la enviamos de inmediato. La recibirá en un espacio de 8 a 10 días”. Comprobamos los datos postales. Todo correcto. Acudo a mi oficina de correos, en la que tengo un Apartado. “Aquí no ha llegado ningún paquete a su nombre, Señor Tóxico”. Pues mira qué bien. ¿He pagado por un montón de aire? Todo apunta a que así es. Y las llamaditas al 902 de Hachette tampoco ayudan a calmarme.

10 de septiembre. Obsérvese que hice mi primera llamada en mayo de este mismo año. Haced cuentas. Ni revista de junio, ni revista de julio, ni revista de agosto (no, espera, que en agosto no se publica la revista), ni revista de septiembre. Y de Los Pilares de la Tierra mejor no hablamos. Ni olerlo, vamos. Exijo que me devuelvan los 33 euros que he pagado a cambio de NADA. No hay problema: me rescinden la suscripción y me devuelven el dinero. “¿Cuándo recibiré mis 33 euros?”, pregunto al (amable) joven que me atiende. “En el espacio de un mes o mes y medio, señor”. Ala, chúpate esa. Un mes o mes y medio para hacer una transferencia bancaria de 33 míseros euros. Y cuidado, qué aún está por verse si se hace efectiva.

Ante ustedes, Hachette Suscripciones, todo un ejemplo de falta de profesionalidad. Pues miren ustedes, los ejemplares que suelo adquirir en los quioscos de la Qué Leer, la Fotogramas y la Emprendedores, se los pueden vender a Carlos Ruiz Zafón. Porque lo que es yo, no les compro a ustedes otra revista en lo que me queda de vida.