(Escribí esta reseña originalmente para El Portal del Metal)
Con una notable y confesa influencia de Yngwie Malmsteen, Chris Impellitteri, Stratovarius o Dream Theater (y, esta la añado yo, de Dragonforce) llega desde Japón esta sensacional banda y su fantástico debut de 2005. Con apenas 37 minutos de extensión, este Ankh ha sido capaz de entusiasmarme como pocos discos lo han hecho recientemente. Con una fórmula mil veces escuchada, mezcla de virtuosismo y metal clásico, a la que añadimos un toque personal que, para bien o para mal, le confiere cierto sabor a dibujos animados japoneses, Area51 logran confeccionar un álbum refrescante y lleno de vigor.
Yoichiro Ishino, fantástico a las guitarras, y Takeshi Ochi tras unos teclados brillantes, llevan el peso instrumental de la banda con una precisión nipona llena de florituras de conservatorio. La sección rítmica, contundente y sincronizada, añade solidez al conjunto. Y la aniñada voz de la joven tokiota Kate les da ese toque manga tan particular como (para mí) encantador.
Alternando temas instrumentales y cantados, Ankh resulta un delicioso bocado que llega de tierras poco prolíficas en cuanto a metal se refiere. La incontestable calidad y la afable accesibilidad de sus temas lo convierten en un álbum del todo recomendable. He aquí el providencial “soplo de aire fresco” que tantas veces demandamos los metal heads. No os lo perdáis.
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