16 de septiembre de 2008
Richard Wright
14 de septiembre de 2008
Toxicita 02
Perdí la vista a las 11:02 de la mañana del nueve de agosto de 1945, según su calendario occidental. Estaba de pie en el monte Kompira, trabajando en la estación de aviso de ataques aéreos junto con otros chicos de mi clase. Aquel día estaba nublado, así que, más que verlo, oí el B-29 que volaba bajo sobre nosotros. Era un solo B-san, seguramente un vuelo de reconocimiento, y ni siquiera merecía la pena informar sobre él, así que estuve a punto de reírme cuando mis compañeros de clase se lanzaron al interior de nuestra trinchera. Yo mantuve los ojos fijos sobre el valle Urukami, con la esperanza de poder echarle un vistazo al bombardero americano. En vez de eso, vi el relámpago, lo último que vería en mi vida.
Sensei Tomamaga Ijiro,
Fundador de los Tatenokai de Japón, o Sociedad del Escudo
12 de septiembre de 2008
Joan Chopper
10 de septiembre de 2008
Qué NO leer

Al llamar a Hachette me informan (amablemente) que es un poco precipitado comenzar la suscripción para el próximo mes de junio, de modo que tendré que esperar hasta julio. Me parece algo raro, pues entiendo que no tienen que redactar la revista de junio para mí: ¡basta que metan mi ejemplar en un sobre y me lo remitan! Pero bueno, aceptamos barco.
Pasa un mes. A finales de junio, Hachette me carga el importe de la suscripción en mi cuenta. Allá que van mis 33 euros. Pero sarna con gusto no pica. Pronto llegará mi primera revista y mi juego de mesa. ¡Albricias, qué felicidad!
Mediados de julio. Acá no llega nada. Ni revista, ni juego. Inquietante. Llamo a Hachette. No parecen tener mucho que decir (aunque son amables, no te creas): “su revista está en camino, y su obsequio también. Llegará en el espacio de una semana o diez días”. Vaya, qué lento va esto, ¿no? En fin: paciencia.
Mediados de agosto. En mi buzón sólo hay facturas. Nada de revistas. Nada de juegos. Llamo a Hachette (o Hachazo, que también me vale). Me responden (amablemente) que “su obsequio nos ha sido devuelto por razones desconocidas. Se lo remitimos de nuevo, le llegará en el espacio de un mes o mes y medio. Su revista de julio se la enviamos de inmediato. La recibirá en un espacio de 8 a 10 días”. Comprobamos los datos postales. Todo correcto. Acudo a mi oficina de correos, en la que tengo un Apartado. “Aquí no ha llegado ningún paquete a su nombre, Señor Tóxico”. Pues mira qué bien. ¿He pagado por un montón de aire? Todo apunta a que así es. Y las llamaditas al 902 de Hachette tampoco ayudan a calmarme.
10 de septiembre. Obsérvese que hice mi primera llamada en mayo de este mismo año. Haced cuentas. Ni revista de junio, ni revista de julio, ni revista de agosto (no, espera, que en agosto no se publica la revista), ni revista de septiembre. Y de Los Pilares de la Tierra mejor no hablamos. Ni olerlo, vamos. Exijo que me devuelvan los 33 euros que he pagado a cambio de NADA. No hay problema: me rescinden la suscripción y me devuelven el dinero. “¿Cuándo recibiré mis 33 euros?”, pregunto al (amable) joven que me atiende. “En el espacio de un mes o mes y medio, señor”. Ala, chúpate esa. Un mes o mes y medio para hacer una transferencia bancaria de 33 míseros euros. Y cuidado, qué aún está por verse si se hace efectiva.
Ante ustedes, Hachette Suscripciones, todo un ejemplo de falta de profesionalidad. Pues miren ustedes, los ejemplares que suelo adquirir en los quioscos de la Qué Leer, la Fotogramas y la Emprendedores, se los pueden vender a Carlos Ruiz Zafón. Porque lo que es yo, no les compro a ustedes otra revista en lo que me queda de vida.
9 de septiembre de 2008
Pink Floyd - Animals
