19 de enero de 2008

Theben

¿De qué hablamos hoy?: De Más Allá de Tebas (Theben), que ha sido uno de los finalistas de la pasada Spiel des Jahres de 2007. Este juego para 2 a 4 jugadores diseñado por Peter Printz ha gozado de una gran acogida desde su edición y está escalando puestos en la BGG a un ritmo muy bueno. Aunque no logrará desbancar a los campeones que todos conocemos, es muy probable que termine por quedar situado en un honroso puesto de la lista.

¿Y de qué trata la cosa?: En este juego los jugadores adoptan el papel de unos arqueólogos de principios del siglo XX, dedicando buena parte del tiempo de partida a preparar futuras excavaciones y realizando más tarde esas excavaciones en busca de hallazgos interesantes. Después podrán exponer sus hallazgos en distintas ciudades europeas. El trabajo en todos estos campos se verá recompensado con puntos de prestigio que darán el triunfo al jugador que más de estos acumule.

¿Qué hay de los componentes del juego?: Son de calidad, aunque quizá se hubiese agradecido un tablero más vistoso. El tablero muestra el Mediterráneo y parte de Europa, con varias ciudades conectadas por rutas. En las ciudades más occidentales se realiza toda la labor de preparación y en las viejas ciudades mediterráneas se llevan a cabo las excavaciones. Tenemos también unas piezas de madera con forma de arqueólogo (casi idénticas a las de Diamantes), unas pocas fichas de madera, unas piezas de cartón duro que sirven de permiso de excavación, un puñado de cartas vistosas aunque quizá algo pequeñajas, y unos “cronoscopios”, que es un eufemismo para llamar a unos discos acoplados que sustituyen a unas tablas de excavación por algo más divertido (este tipo de cositas siempre gusta a los jugadores). Por último contamos con un montón de fichas de hallazgos y escombros, redondas y de cartón grueso, en cinco colores correspondientes a las cinco excavaciones que podemos hacer y que, tras la siempre irritante labor de destroquelado (odio esa parte de comprar juegos tanto como amo oler los juegos al abrir la caja por primera vez), guardaremos en cinco bonitas bolsas de tela. Por cierto, todo ello viene en una caja de buen tamaño, muy vistosa pero algo aparatosa.

Vale, muy chulas las cositas, pero ¿cómo se juega?: Bueno, no os aburriré detallando el reglamento. En lugar de ello hagamos un resumen de la idea general. Lo primero destacable es el orden de los turnos. Alrededor de tablero hay una cenefa numerada con 52 casillas que representan las semanas de un año. Cada jugador coloca una ficha de madera de su color en esta cenefa. Por otro lado, cada acción consume cierta cantidad de semanas que el jugador correspondiente indicará avanzando su ficha de tiempo por las casillas de la cenefa. Pues bien: cada vez que un jugador termine su turno, le tocará jugar al jugador que tenga su ficha de tiempo más retrasada. Así se logra que todo el mundo consuma su tiempo de acciones de forma más o menos paralela. Puesto que el tiempo de que dispone cada jugador es limitado e idéntico (tres años completos), así se logra que todo el mundo termine la partida casi al mismo tiempo. Y sí: es posible que un mismo jugador juegue varios turnos seguidos.

En su turno, cada jugón puede realizar una acción a elegir entre cuatro posibles. La primera posibilidad consiste en acudir a una ciudad europea para hacer preparativos para futuras excavaciones. En esencia, esto consiste en comprar cartas de investigación (documentación, equipo, asistentes, vehículos, etc…) que luego nos ayudarán a tener más éxito en las excavaciones. En general se puede decir que cuantas más y mejores cartas consigas acumular, más posibilidades de éxito tendrás cuando de una vez por todas decidas dejar de pasearte por Europa y te lances a las arenas a dar paletadas y sudar un poquito la camisa, que para eso te pagan.

La segunda acción posible consiste en cambiar todas las cartas de investigación disponibles en juego. Sirve para tener nuevas cartas que poder robar si acaso no te gustan las que hay sobre el tablero.

La tercera acción es la siempre ansiada excavación. Los puntos de investigación que hemos ido acumulando en nuestros confortables viajes serán ahora usados para sacar piezas de las bolsas de hallazgos. Básicamente se trata de que cuantos más puntos de investigación de la zona pertinente tengamos más fichas sacaremos (a ciegas, claro) de las bolsas de tela. La cantidad de piezas que se sacan de las bolsas nos la indica el misterioso cronoscopio. Las buenas noticias son que en las bolsas hay montones de piezas interesantes con distintos valores (puntos de prestigio). Las malas noticias son que también hay montones de escombros que no sirven par nada más que para que nuestros compañeros de juego se nos cachondeen un ratito. Además, todos los escombros encontrados son devueltos a la bolsa tras la excavación para que estorben al siguiente aventurero que se acerque a excavar a esa zona. Jojojo.

La última acción posible son las exposiciones. Cuando tenemos acumulados algunos interesantes hallazgos podemos exhibirlos en museos europeos, lo cual ayudará a aumentar nuestra reserva de puntos de prestigio.

Y esa es la esencia. Los jugadores van realizando acciones durante los tres años de juego, y tras ello suman sus puntos de prestigio obtenidos entre los hallazgos, las exposiciones, las investigaciones realizadas y algún que otro congreso en el que han intervenido como ponentes. Evidentemente gana el arqueólogo más prestigioso y molón.

Bien, creo que entiendo la idea. Pero, ¿esto es divertido de verdad?: Así es. El juego funciona muy bien por varios motivos. Para empezar es vistoso. Es uno de esos juegos en los que la mesa termina llena de cartitas y piezas de colorines. ¿A quién no le gusta eso? Frivolidades aparte, el reglamento es muy manejable y en no más de 15 minutos cualquiera puede aprenderlo sin necesidad de estar curtido en el árido mundo de los eurogames. Siguiendo con las ventajas, resulta que los turnos son muy rápidos. Entre eso, y que el orden de juego varía constantemente, los jugadores están muy pendientes y no hay modo de aburrirse. Además, el juego tiene un talante muy simpático, que hace que las partidas sean desenfadadas. En esto influye mucho el momento de las excavaciones en las que los jugadores sacan piezas a ciegas de las bolsas. Esta parte es emocionante y divertida, aunque probablemente desencantará a los gamers más estrictos poco amigos de los componentes azarosos. Pero las excavaciones arqueológicas son así.

Así que voy a recomendar Theben con cierto entusiasmo, porque es un juego ligero, simpático y entretenido, con algo de azar y algo de estrategia. Pinchad ese CD de Indiana Jones, coged la pala y lanzaos a la aventura. Merece la pena.

A la Vuelta de la Esquina:
- A Través del Desierto
- Exploradores

2 de enero de 2008

Hijos de las Estrellas

Desde que se formó la Tierra, el número total de átomos de cada elemento particular no ha cambiado, a excepción de la cantidad insignificante que se transforma mediante reacciones nucleares. Un átomo de carbono formado en una estrella extinta y ahora componente de una de sus neuronas cerebrales (tal vez la que en este preciso instante está procesando este pensamiento) puede haber formado parte en otra época del ala de un Archaceopteryx que vivió hace ciento cincuenta millones de años. Al morir este pequeño dinosaurio volador, fue biodegradado por la acción de bacterias y el átomo de carbono que nos ocupa pasó a convertirse en una parte del citoplasma de una de ellas. Cuando el agua de cualquier río arrastró la bacteria hasta el mar, esta quedó atrapada entre sedimentos y el átomo de carbono pasó a ser parte de una molécula de calcita. Los procesos tectónicos lo condujeron al interior de la Tierra, donde millones de años después la roca fundida que lo contenía salió eyectada a la superficie con el magma de un volcán. Nuestro átomo de carbono migró entonces a la atmósfera formando parte de una molécula de dióxido de carbono. Luego se incorporó mediante fotosíntesis a una planta de espinacas, justo la que a usted le obligaron a comer de niño, y así se incorporó a su cerebro.



Tijeretazo de Hijos de las Estrellas, de Daniel Roberto Altschuler
Cambridge University Press
ISBN 84-8323-255-3