Pulse vs Kairo

Que el cine es Industria (del entretenimiento, pero Industria a fin de cuentas) antes que Arte no voy yo a descubrirlo ahora. A veces la balanza se equilibra. Y otras veces, las menos, hay más de lo segundo que de lo primero.

A propósito de esto (de la industrialización del cine) es destacable la perra que han cogido los estudios Hollywoodienses con los remakes. Y, más concretamente, con los remakes de películas de terror orientales. Vale: el cine oriental es menos accesible para el público occidental. Resulta más complicado encontrar las películas en el videoclub. Y, si sois de esas personas espantosas que se bajan las películas de Internet, seguro que encontraréis que todas esas pelis americanas tienen cientos de fuentes, y esa extraña película independiente japonesa sólo la tienen cuatro friquis, y encima está en v.o. Y también está ese sector del público, posiblemente abundante, que no quiere ver cine oriental porque es “cutre”, o “raro” o qué se yo…

Pues qué queréis que os diga. Por mi parte, cualquier esfuerzo por acceder a la fuente original merece la pena. Que sí, que a mucha gente le resulta más cómodo ver la versión americana de esas pelis japos de terror que tanto me gustan. Que las americanas son más comprensibles y los adolescentes protagonistas más guapos, y los finales más felices. Lo que queráis.

Pero me quedo con las japonesas sin dudarlo.

Pulse (EEUU, 2006) es una mamarrachada inspirada en Kairo (Japón, 2001). En el caso de Kairo gozaremos de una espeluznante historia de fantasmas, de esas que tan bien se les dan a los nipones. Tiene todos los ingredientes del buen cine de terror oriental y muchos de los ingredientes del buen cine (a secas). Especial atención a la maravillosa puesta en escena, con algunos planos de una belleza fascinante. Y, aunque tiene planos convencionales, también los hay tan poéticos en su estructura y en su colorido (y, a veces, en su falta de color y de luz) que para mí entran en la categoría de alto cine. Así de bruto soy yo. Además, la historia es hipnótica. Se hacen pocos esfuerzos por aclararnos lo que está ocurriendo, y el espectador termina tan confuso y asustado como los protagonistas.

Pero Pulse… es que se me quitan las ganas de escribir. Adolescentes gilipollas; un guión descafeinado que pretende (¡que manía, siempre igual!) dar explicación a los imposibles acontecimientos y sólo logra arrancar al espectador muecas de hastío; un final pirotécnico dónde no hay lugar para el terror y la congoja que nos atenazan al final de Kairo. Una soberana chorrada, en definitiva, que está a siglos luz de la fuente de la que osa beber.

Lo más bueno que puedo decir sobre Pulse es que, tras verla, se disfruta doblemente de esa espeluznante joya que es Kairo. Si les dedicáis una sesión doble, como hice yo, os ruego que veáis antes Pulse. De otro modo, os resultaría descorazonador.