
Hay un momento en la vida de todo jugón en que tiene que afrontar nuevos retos.
Jungle Speed es un reto cuando te acercas a él por primera vez. Pero, a fuerza de jugar partidas y partidas, deja de serlo. Las cartas, al principio desconcertantes, quedan grabadas en tu memoria. Lo bueno de esto es que el juego adquiere una rapidez demencial, pues los jugadores se muestran muy seguros de sus reflejos. Lo malo es que rara vez se producen descuidos, y es raro que un jugador veterano coja el tótem por error. Error que, no lo olvidemos, es una de las partes más divertidas del juego. Salvo cuando te pasa a ti, claro.
La solución a este problema se llama
Jungle Speed: La Expansión. La idea es tan sencilla como aportar al mazo que viene con el juego básico otras 80 cartas. Pero qué cartas, amigos. ¡Qué cartas!
Cuando, el pasado viernes, desplegamos el mazo en la mesa, no podíamos dar crédito a lo que veían nuestros ojos. El nuevo mazo está lleno de figuras que se encargarán de provocar fallos neuronales masivos en cualquier osado que juegue a esta expansión. Figuras virtualmente idénticas al primer golpe de vista que, de hecho, no son iguales, y que serán las culpables de los más monumentales errores. Es como empezar desde cero. No, es como empezar desde menos veinticuatro. Un reto para nuestra memoria fotográfica. Y una inyección de vitalidad para un juego que puede llegar a resultar demasiado fácil cuando se juega mucho.
Para terminar de rematar la idea, en el nuevo mazo se incluyen dos nuevas cartas especiales. La primera obliga a los jugadores a posar sus manos sobre el tótem (¡sin tumbarlo!). El que la pone primero le da sus cartas destapadas al que la puso el último. Sencilla y divertida. Pero la que hará que vuestras sinapsis se cortocircuiten es la carta que os obliga a jugar, en lugar de con vuestra última carta destapada, con la última carta destapada del jugador de vuestra izquierda. Y rezad para que no aparezcan más de estas cartas en juego, porque su efecto es acumulatorio. Yo lo he vivido y casi rompo a llorar.
En definitiva, esta expansión de
Jungle Speed revitaliza el juego y es absolutamente recomendable en grupos veteranos del tótem. Para los neófitos, aconsejo empezar con la versión básica para luego ir avanzando. Así disfrutaran del juego a todos los niveles.
Por cierto. ¿Alguien sabe lo que se siente al ver como, en plena furia depredadora, el tótem sale volando por los aires para estrellarse contra el cristal de una ventana de un octavo piso que sólo un instante antes estaba abierta?
Yo lo sé. Si ese día no nos desmayamos todos de la risa fue para poder seguir jugando a
Jungle Speed. Un juego imprescindible.