29 de diciembre de 2007

1408 ronquidos

Todo es Eventual es el título de una de las recopilaciones de relatos cortos de Stephen King. Leí el libro hace un par de años y, entre los cuentos que contiene, me encontré con el llamado 1408. Y debo confesar que, de no ser por el estreno de la película homónima (aquí rebautizada como La Habitación 1408) protagonizada por John Cusack, jamás habría vuelto a recordar ese breve relato. Para ser completamente sincero, sigo sin recordarlo. Tengo el libro frente a mí, he ojeado las páginas de 1408, y me siento como si jamás las hubiese leído. Lo cual me hace pensar que el cuento de King es tan olvidable como su adaptación cinematográfica.

1408 nos cuenta la historia de Mike Enslin, un engreído escritor que abandonó la literatura seria para dedicarse a proyectos más alimenticios: una horrenda serie de ensayos pseudos científicos que habrían entusiasmado a Iker Jiménez, sobre cementerios, moteles y casas presuntamente encantados. Pero una desagradable sorpresa aguarda a nuestro egocéntrico personaje: en el Hotel Dolphin, de Nueva York, hay una habitación que derrumbará en apenas una hora toda el escepticismo del protagonista y le adentrará en una espiral de horror para él, y de aburrimiento para el pobre espectador.

Mikael Håfström dirige esta insípida película, estirando hasta lo insufrible un anodino cuento de 40 páginas. A falta de un guión sabroso, el film se limita a encadenar una serie de acontecimientos sobrenaturales carentes de sutileza que asustarán a pocos. Cuadros moviéndose, fantasmas pasando de largo por la habitación, paredes rezumando sangre… y una larga lista de tópicos vistos una y mil veces y filmados sin el más pequeño atisbo de inspiración. Si bien los minutos iniciales de la película logran, gracias a Samuel L. Jackson, un mínimo de suspense premonitorio, la sensación se derrumba estrepitosamente cuando el director comienza a desplegar el repertorio de poltergeist con una decepcionante falta de talento que logra hacer del visionado de 1408 una experiencia, siendo generosos, aburrida.

Sólo hacia el final se intenta dar un giro sorprendente a la trama. Por desgracia, las sorpresas se ven venir de lejos, y el pretendido efecto se va por el sumidero. Los créditos finales llegan y el espectador se retira sabiendo que pronto habrá olvidado esta película. ¿Cómo habíamos dicho que se titulaba?

A la Vuelta de la Esquina:
Three… Extremes

John Cusack tras asistir al estreno de 1408
(¡¡Dios mío, qué he hecho!!!)

19 de diciembre de 2007

Chicago Póker

Nuevamente dejo la pluma tóxica en manos de nuestra colaboradora Pili, que nos hablará de la última entrada a su ludoteca: el juego de cartas Chicago Poker.


Hoy os hablaré de un juego que compré por casualidad. Se trata de Chicago Poker. Es un juego de mesa basado en el póker, pero con “argumento”. En el juego asumes el papel de un gángster mítico y tu objetivo es conseguir el control de los “garitos” de la ciudad. Esto se hace jugando al póker con una baraja francesa ampliada. La baraja tiene quince números de cada palo, además de unas cartas que te permiten jugadas especiales. Los diseñadores sugieren una variante sin estas últimas, aunque el juego resulta más divertido si las incluimos. Con estas cartas puedes descartar cartas de tus oponentes, examinar cartas apostadas, mover tus cartas de un negocio a otro, realizar acciones extra durante tu turno y robar cartas del montón de descartes.

Para jugar empezamos colocando las fichas de negocio sobre la mesa según el número de jugadores. Tras ello se reparten cartas y comienza el juego por turnos. En su turno, cada jugador puede realizar tres acciones combinadas entre estas dos opciones:

- Robar una carta (hasta un máximo de 7 en mano al final del turno).

- Apostar carta (bajarla a uno de los negocios en juego, en el lado del hexágono que pone el nombre de nuestro gángster).

Estas jugadas pueden repetirse (hasta el máximo de tres acciones) y hacerse en cualquier orden.

Cada ficha de negocio lleva un icono pintado que nos indica si se juega póker cubierto, descubierto o mixto. Las rondas van pasando y cuando un jugador completa una jugada (poniendo la 5ª carta en su lado de la ficha de uno de los negocios que están en juego), se coloca un marcador-bala sobre la mencionada ficha, para que se sepa que ese garito está “cerrado”. El resto de jugadores podrá jugar una última carta para mejorar lo que ya tengan en la mesa, y cuando el turno vuelva al jugador que cerró el negocio se desvelan todas las jugadas de ese negocio. El gángster con mejor jugada consigue llevarse ese garito. Tras ello se pone en juego una nueva ficha de negocio y prosigue el juego. El ganador será aquel que consiga tres negocios iguales, cuatro distintos o cinco cualesquiera.

Lo mejor:
- Sencillez en las reglas.
- Muy entretenido.
- No es largo.
- Asequible (ronda los 15 €).
- Muy bien diseñado (cartas muy bonitas, buenos materiales).
- Tiene una carta resumen para cada jugador con su nombre, las jugadas de poker y lo que hace cada carta especial, lo que ayuda mucho a los novatos.

Lo peor:
- No he encontrado aún grandes defectos en el juego.

Concluyendo, para los jugadores de póker supone una nueva vuelta de tuerca al juego, lo que te permite seguir jugando a un gran juego pero de forma distinta. Los que no conozcan el póker se engancharán también por su sencillez, diversión y rapidez.


Chicago Poker
Creado por Bruno Cathala y Bruno Faidutti
Editado por Phalanx Games b.v.
Jugadores: De 2 a 6
Edad: Para cualquiera que sepa jugar al poker
Contenido del juego: 87 cartas, 20 fichas hexagonales de negocios, 4 contadores-bala y reglas en inglés (descargables en castellano)


A la vuelta de la esquina:
- Gang of Four

15 de diciembre de 2007

La Niña Medeiros

A la salida del cine, tras ver [·REC], se abrió en mi grupo un pequeño debate sobre la Niña Medeiros (sobre la que no diré más por miedo a desvelar momentos de la trama a quien no haya disfrutado aún de la película) y concretamente sobre el hecho que fuese un actor o un truco infográfico. El aspecto de la niña es tan grotesco que se hacía difícil creer que tras ella había un actor de carne y hueso. Pero resultó ser así, y hoy os presento a Javier Botet, actor madrileño del que podéis saber más y al que podéis saludar en su blog, al que accederéis picando aquí.

2 de diciembre de 2007

[·REC]

A estas alturas ya habréis visto todos esas famosas escenas de espectadores dando gritos de terror mientras asisten a la proyección de REC]. Los que no hayáis visto la película y seáis tan malpensados como yo quizá aún alberguéis alguna sospecha sobre la veracidad de esas escenas. Pues bien: si de algo sirve mi palabra, creedme cuando os digo que no hay trampa ni cartón. Yo he vivido la experiencia de ver [·REC] en una sala abarrotada de espectadores aterrorizados, y estoy seguro de que alguno salió afónico. Personalmente sufrí tal tensión que poco faltó para que la copiosa cena disfrutada un rato antes se convirtiese en una tragedia humeante sobre la moqueta de la sala. Afirmo sin vergüenza que en mi edad adulta jamás he experimentado tanto terror viendo una película como el que pasé anoche con [·REC].

La obra de Paco Plaza y Jaume Balagueró tiene un argumento casi inexistente. La película está presuntamente filmada por un reportero de televisión que, con la cámara al hombro, es testigo de los espeluznantes sucesos ocurridos en el interior de un viejo edificio de vecinos del que es imposible salir. Poco más se puede (y se debe) decir sobre la historia. Y es que lo verdaderamente interesante de [·REC] no es tanto el fondo como la forma. El estilo visual tiene grandes virtudes. Por un lado, la inquietud de la cámara subjetiva imprime un nerviosismo absolutamente contagioso a los planos. La cámara reacciona con rutina ante las situaciones calmas, con inquietud ante los momentos tensos y con auténtico frenesí en los momentos más terroríficos. Imposible no verse afectado.

Por otro lado, el planteamiento documental aporta sensación de verismo, y facilita enormemente la suspensión de la incredulidad. Es espantosamente fácil “creerse” la película. Sufrimos la experiencia de estar contemplando un testimonio real, por no hablar del horror que provoca la sensación de estar literalmente metidos en ese edificio oscuro y amenazador, pues el modo en que la cámara capta los planos sería el mismo en que nuestros propios ojos lo harían si estuviésemos allí. Esta deliberada búsqueda del realismo se acentúa con la total ausencia de música ambiental y con el trabajo en los diálogos, casi siempre llenos de una escalofriante naturalidad.

[·REC] es terror de alto octanaje. Un film visceral y salvaje, repleto de violencia, muerte, oscuridad y locura. Donde El Orfanato pulsaba las cuerdas del subconsciente y nos asustaba mostrando presencias etéreas, [·REC] nos aterra de forma directa amenazando la integridad física de los protagonistas con tal realismo que casi sentimos peligrar nuestra propia integridad. Tal vez, la mejor película de zombis rodada jamás.